Tercer artículo de la serie que reproduce el dossier titulado Caleruega 2023 donde se recogen las ponencias presentadas durante las III Jornadas de Cultura y Escultura en Primavera celebradas entre los días 13 y 14 de mayo de 2023 en el Monasterio de los  Dominicos de Caleruega organizadas por el Museo Andrés Villa de Escultura Metálica (MAVEM) de Villaldemiro (Burgos) y la Asociación Cultural Tertulia en Barbecho.

Miguel Hernández y el Cine

Azucena de la Fuente

Actriz de Hollywood, Cineasta
Vocal de Interpretación de la Academia de Cine Española

Nos encontramos en un lugar como es el Monasterio de Caleruega que respira Paz y Arte con mayúsculas. Un espacio en contacto continuo con Dios y con la Naturaleza. Qué maravilla y qué apropiado para hablar de una persona que está en contacto con Dios como origen, fuente de belleza, arte y caudal artístico. Miguel Hernández contrapone la Naturaleza al hombre. Considera a un Ser Supremo como canal de inspiración para su obra.
Sabemos que la obra del oriolano es analizada por estudiosos, críticos, profesores, sobre todo su obra retórica, como poeta del pueblo, del amor, del campo, social y bélico.

Para reflejarlo hemos de reconocer que una de las características fundamentales de Miguel Hernández es que desde niño observa con sus grandes ojos. Lo observa todo, su entorno, el ecosistema, el paisaje, la cultura, la poesía hasta hacerse empático con la totalidad. Ello le embarca en un autoconocimiento dinámico y creativo, al mismo tiempo que rebelde y crítico, lo cual le permite afrontar los desafíos de la vida con entusiasmo. Ese aislamiento le persigue toda su vida a través de múltiples y variadas situaciones y circunstancias, como si de una película trágica se tratase. Él mismo se define en su poema así: “Como el toro he nacido para el luto”.

Su amor por la lectura de las letras y los libros fomentan su ambición en soñar con aventurarse en las Misiones Pedagógicas iniciadas por la II República, donde se hacen lecturas en grupo, sesiones cinematográficas y exposiciones entre otras actividades, para desarrollar el nivel educativo y cultural y ser actor como en La Barraca de García Lorca a quién escribe su Elegía primera, un hermoso poema dedicado a Federico cuando le llega la noticia de su muerte.

Es precisamente la sensibilidad del poeta lo que le permite escuchar su propio corazón e intuir que ha de conectar con su subconsciente y
sus sentimientos para sentirlos y plasmarlos en el papel. Ya desde muy joven escribe poemas muy visuales y es un diletante de las imágenes, de la luz, de las sombras y de jugar con todas ellas en la soledad de su imaginación.

El cine, efectivamente, son luces y sombras, claridad y oscuridad, como el cine mudo, como la propia vida. Durante el tiempo que le toca vivir al de Orihuela en España se ruedan muchísimas películas de cine mudo aunque apenas se conservan. Entretenimiento muy popular que trae a España Alexandre Promio, francés enviado por los hermanos Lumière para dar a conocer el cinematógrafo tan solo quince años antes de nacer nuestro protagonista.

Orihuela, pueblo natal de Miguel Hernández, situado a una distancia tan cercana a Murcia que siendo su padre tratante de ganado y su abuelo materno tratante de caballos viajan a la capital murciana y alrededores para la venta del hato. Cabe imaginar que el poeta asista al circo en la capital referida.

Investigando y leyendo a numerosos autores para escribir esta conferencia sobre Miguel Hernández leo que, Miguel buen aficionado a los
toros, se cuelga un cencerro y gusta de asustar a sus amigos haciéndose pasar por toro.

Lo cual también quiero relacionarlo con el cine. En 1896 se presenta en el Teatro Circo el cinematógrafo proyectándose durante años películas de cine mudo. En 1930, cuando Miguel tiene veinte años y antes de ir a Madrid por primera vez en 1931, se presenta en la ciudad de Murcia la primera película de cine sonoro “El cantante de jazz” de Al Jolson.

El auge del cine mudo pasa por la fundación del cineclubismo que comienza en 1928 con la proyección de “Un chien andalou” de Luis Buñuel a quien Miguel Hernández conoce en Madrid. Este primer Cineclub nace de la mano de La Gaceta Literaria, una revista vanguardista de cultura general y de su fundador Ernesto Giménez Caballero a quien Miguel Hernández recurrió, gracias a la recomendación de Concha de Albornoz, intelectual muy bien relacionada, cuando fue a Madrid por primera vez, como ya he indicado en diciembre de 1931.

Es en ese año cuando llegan a España producciones extranjeras de cine sonoro, especialmente desde EE.UU., con el consiguiente hundimiento del cine nacional. Durante la Segunda República, en 1932 se crea CIFESA, la mayor productora de cine en paralelo con la consolidación de otros pequeños productores cinematográficos llegándose a rodar veinticuatro películas en 1935. Sin embargo con la guerra civil el ascenso de la industria del cine se aborta. Durante la guerra ambos bandos utilizan el cine como un arma de propaganda. A posteriori, en la posguerra se instala la censura con el nuevo régimen.

Si Miguel Hernández hubiera hecho cine en la época que le toca vivir, es decir, bajo una dictadura, la censura implacable con el compromiso político le habría sido aún más difícil. De hecho, muchos cineastas se exilian al comenzar la guerra. Miguel sueña con hacer cine para compartir su visión, expresar sus sentimientos, su soledad, su dolor, y las tres heridas: la de la vida, la del amor y la de la muerte.

Dado que el cine es diversión y entretenimiento popular al mismo tiempo que un movimiento artístico y cultural de la época, es lógico pensar que Hernández con su observación continua y su entusiasmo mezclado con la desesperanza de sus propias circunstancias, viese en el cine una herramienta para poner en marcha sus ilusiones. El cine para él aparece como un vehículo que aúna arte, industria, en definitiva una puerta abierta al futuro.

Siente que Buero Vallejo es un buen aliado para llevar a cabo su sueño de realizar cine. La siguiente frase que le dijo a su compañero carcelario es: “Mañana tú y yo tendremos que hacer cine juntos”.

Quiero imaginar que Miguel ve mucho cine mudo y que ello le influye de tal manera que busca impregnar su copiosa sensibilidad en soportes que transmitan su mensaje de libertad. Sus ojos abiertos, bien abiertos para ver la vida incluso muriendo en soledad.

Como artista, conectándome con la Fuerza Superior, invoco el espíritu de Miguel Hernández y las imágenes que me vienen son las siguientes: “Un plano general en blanco y negro de un campo abierto. Poco a poco en mitad del campo va apareciendouna figura humana que camina a lo lejos. Vemos que es un payaso. Miguel payaso. El hombre se transfigura de payaso a soldado y de éste a geisha, una geisha es una artista que entretiene en fiestas o reuniones, y de geisha a mariposa. Finalmente vemos la imagen del hombre transfigurarse en mariposa, sinónimo de perseverancia y resiliencia, un hombre vencido y derrotado por el cansancio portando un pesado saco en su hombro derecho”.

Miguel Hernández, es un precursor adelantado a su época y de haber vivido en la actualidad probablemente habría sido un influencer en redes sociales, habría trabajado en cine, en televisión, con ordenadores y quién sabe incluso si partidario de la inteligencia artificial y el metaverso.