Segundo artículo de la serie que reproduce el dossier titulado Caleruega 2023 donde se recogen las ponencias presentadas durante las III Jornadas de Cultura y Escultura en Primavera celebradas entre los días 13 y 14 de mayo de 2023 en el Monasterio de los Dominicos de Caleruega organizadas por el Museo Andrés Villa de Escultura Metálica (MAVEM) de Villaldemiro (Burgos) y la Asociación Cultural Tertulia en Barbecho.
“Sigo en la sombra, lleno de luz”
Periplo penitenciario del poeta Miguel Hernández que nunca cerró los ojos
Dr. Isaac Rilova
Académico Vice Director de la Real Academia de Historia y Bellas Artes; Institución Fernán González de Burgos
Cuando la guerra civil está a punto de concluir Miguel Hernández pide ayuda para salir de España a sus amigos de la Alianza de intelectuales antifascistas, dirigidos por Rafel Alberti, que le ignoran. Ellos parten al exilio en avión, desde Monóvar (Alicante); Miguel Hernández, tiene que hacerlo solo por la frontera de Portugal.
Pasa la frontera por Rosal llegando a Santo Aleixo con la idea de llegar a Lisboa. Para ello intenta en Moura vender a un campesino su reloj y su propio traje, que el labrador, codicioso, no solo se queda con el reloj del poeta, sino que, tras avisar a la policía, cobra el fatídico duro que la Policía española entregaba por cada refugiado devuelto.
En la cárcel de Partido de Rosal de la Frontera, hoy Centro Cultural Miguel Hernández comenzará el periplo penitenciario que, a través de diferentes prisiones, le llevaría a la muerte en Alicante en marzo de 1942 y que a continuación explicamos más en detalle.
En la imagen pueden ver las cárceles por las que Miguel Hernández hizo turismo penitenciario, tales como Rosal de la Frontera (4 de mayo de 1939); Huelva (7 de mayo); Sevilla (11 de mayo) y Torrijos (Madrid, 15 de mayo). Puesto en libertad y estando en Orihuela, es encarcelado otra vez (15 de septiembre) y trasladado a Madrid, Conde de Toreno (3 diciembre). En 1940 es trasladado a la cárcel de Palencia (22 de septiembre) y de esta a Alicante (11 de mayo de 1941), donde fallece el 28 de marzo de 1942.
Después de pasar por las cárceles de Huelva y Sevilla, llega el 15 de mayo a la cárcel madrileña de Torrijos, antiguo convento de monjas, que en la actualidad es una residencia de mayores en la calle Conde de Peñalver, 53, en el barrio de Salamanca.
Estando en Torrijos, escribe en solo tres días, sin salir al patio, las famosas “Nanas de la cebolla”, dedicadas a su hijo:
“Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba”.
En este establecimiento penitenciario coincidió con Antonio Buero Vallejo, quien realizó el más célebre retrato del poeta, que lleva su firma.
Puesto inesperadamente en libertad, el 3 de diciembre de 1939 es de nuevo detenido en Orihuela y trasladado a Madrid, a la cárcel de la calle Conde de Toreno, donde permanece nueve meses. Allí le sería comunicada el 18 de enero de 1940 la sentencia que le condena a la pena de muerte, aunque el 9 de julio de ese mismo año, sin embargo, le es participada la conmutación a treinta años.
El 22 de septiembre de 1940 es conducido a Palencia (hoy Centro Cultural), y allí permanecerá hasta el 28 de noviembre, o sea, poco más de dos meses.
A Ocaña llega el 28 de noviembre de 1940, donde se encontró con varios amigos, como Florentino Hernández Girbal, escritor y periodista; Fernando Fernández Revuelta, teniente de Ingenieros del Ejército Republicano y Fidel Manzanares Muñoz, coronel de Infantería de dicho Ejército, condenados todos por adhesión a la rebelión.
Pasó posteriormente al Reformatorio de Adultos de Alicante, el 11 de mayo de 1941. Allí, pudo al fin, ser visitado en el locutorio por su esposa Josefina y abrazar a su hijo Manuel Miguel el día de la Merced, patrona de las Instituciones Penitenciarias, día en que se permitía que los hijos menores de edad entraran a la prisión para convivir unas horas con sus padres.
En el reformatorio de Alicante, el 4 de febrero de 1942, contrae matrimonio canónico con Josefina Manresa, su mujer, con la que estaba casado por lo civil desde 1937, para no dejar desamparados a su esposa y a su hijo.
El 21 de marzo llega la autorización para el traslado a Porta Coeli, pero ya es tarde. Miguel afectado de tuberculosis aguda, apenas se puede mover en la cama y respira dificultosamente. El 28 de marzo fallece.
Miguel había muerto repleto de llagas y con los ojos abiertos, se negaba a dejar de mirar, y nadie consiguió cerrárselos. El médico oficial de la cárcel en su informe escribe que el fallecimiento de Miguel se produjo a consecuencia de un síndrome típico de hipertiroidismo, con su tríada de fijeza, insistencia y resplandor en la mirada, no pudiéndosele cerrar los ojos por los medios mecánicos corrientes.
Hoy sus restos figuran en una tumba moderna junto a los de su hijo y su esposa en el panteón de hombres ilustres del mismo cementerio. Está enterrado en el Cementerio Municipal Nuestra Señora del Remedio (Alicante) y su tumba se encuentra dentro de una parcela pequeñita sin ningún tipo de lujos, pero nunca le faltan flores.
Miguel Hernández murió y con su muerte llegó el silencio. Hubo que esperar casi veinte años (1960), para que empezasen a aparecer publicaciones semiclandestinas, como la de la Editorial Losada, de Buenos Aires, sobre la obra excelsa de Miguel Hernández.
Así escribió Aleixandre sobre su amigo Miguel, sobre cómo lo dejaron morir incluso los que le querían:
«No lo sé. Fue sin música./ Tus grandes ojos azules/ abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante, /cielo de losa oscura, /masa total que lenta desciende y te aboveda, /cuerpo tú solo, /inmenso, /único hoy en la Tierra, /que contigo apretado por los soles escapa».
Hoy, Miguel Hernández ya es de todos. La obra del autor de “El rayo que no cesa” o “Viento del Pueblo”, junto con las de otros escritores españoles fallecidos en 1942 ha pasado a ser de dominio público y aquél a quien Serrat cantara en su canción “Para la Libertad”, es hoy recordado en todo el mundo literario y, como no, aquí, en Caleruega, en este acto cultural, como uno de los más sublimes poetas de nuestra patria.
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